Adivinanza atlántica
de saber, entre otros secretos,
del azulejo hidráulico,
capataz y víctima del tiempo
que ha ennoblecido tus calles.
En una ocasión también yo
ayudé a pulir el surco
de las cuestas y los barracones.
También yo constituí
la erosión indolora bajo tu seno
y ahora te pertenezco,
casi como un rehén adormilado,
desfilando por la ribera hacia el mar,
siempre en busca de la verdad.