viernes, 23 de enero de 2009

No past land



Existe un lugar, un huequecito muy pequeño, casi minúsculo, ridículo a fin de cuentas. Es un lugar lleno de cosas que ya no sirven para nada. Allí cada recuerdo se alimenta de otro, por eso el pasado se siente allí como en su casa. Se regodea y afila cada día sus armas. Da brillo a las palabras que solo existen porque el eco las guarda, a los momentos que son ahora estruendosa nada, a cada tarde en que alguien creyó ser feliz, a los sabores que se perdieron en las lenguas de los muertos, al aire que había entre dos que eran uno y ahora son nada. Cuando ha pulido cada frase, cada aliento, cada pequeño abrazo, cada risa, cada ojo clavado en otro, empieza su función. Y el pasado se siente protagonista, se abalanza sin piedad, sin importar si es de día o de noche, si el presente esta tranquilo y sonríe, o si se le ha evocado o se le evita. Se come los restos de los banquetes de nuevos amores, de simpatías que están por venir, de besos que quieren ser más y no pueden. Y deja a su paso la desolación, la triste herencia de la memoria. Y allí, en ese ridículo lugar, estamos ahora, implorando amnesia para librarnos de su poder. Pero el pasado es más fuerte, y nos advierte que ha vuelto para quedarse.

3 comentarios:

  1. Ac!
    Y luego dice que no sabe...
    Pero si estás en plena forma!

    El pasado es camaleónico, ése es el problema. Seguiremos estudiándolo.

    Mua

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  2. il faut de la force pour s´en sortir et retourner à la vie à nouveau




    Lunalunera

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  3. Que pena que existan vacíos en casa,
    que no puedan rellenarse hiendo al Ikea.

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